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domingo, 22 de enero de 2012

El GT200 en Proceso. ¡Al fin!

(Actualizado 25/01/12)

Desde finales de 2009 he mandando —ahora ya casi no, la verdad—  varios mensajes por correo electrónico a las redacciones, reporteros y columnistas de diversas revistas y periódicos para tratar de advertir del peligroso fraude de los llamados detectores moleculares. Entre los primeros destinatarios estuvieron la revista Proceso y el diario La Jornada, por creer que, dada su línea editorial, serían de las publicaciones más interesadas. Estaba equivocado, pues salvo un breve intercambio epistolar con una de las columnistas de Proceso, como bien saben los sospechosos habituales, fui absolutamente ignorado por —casi— todos los profesionales de la información. A diferencia, por ejemplo de la blogosfera y redes sociales, que se han hecho eco y han ampliado la información crítica.

Ahora, después de más de dos años desde aquellas primeras advertencias, a meses del no tan lejano mini escándalo mediático desatado por el reportaje de Laura Castellanos en El Universal, de comentarios de lectores y de relativamente continuas menciones en Twitter, veo con agrado que al fin se enteran en Proceso del fraude del GT200 y compañía. De La Jornada —salvo dos notas genéricas de copipega—, sigo esperando alguna columna o reportaje original. Supongo deberé ponerme cómodo...

Dejo aquí, para sus archivos, la nota, tomada de El Diario de El Paso. Pongan especial atención al adelanto de Luis Mochán sobre la prueba que se hizo en las instalaciones de la Academia Mexicana de Ciencias en octubre de 2011. Cuando se puedan hacer públicos los resultados y el proceso de la prueba en sí, creo que nos vamos a reir mucho.

O pensándolo bien, quizá no...

A.T.

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Los detectores moleculares y la ingenuidad mexicana (completo)

Un par de carísimos productos milagro, los llamados ‘detectores moleculares’ que el gobierno de Felipe Calderón compró a montones para combatir al narco, resultaron ser un fraude, juguetes de plástico. Contra las advertencias del gobierno británico, la experiencia del FBI estadounidense y los argumentos de la comunidad científica mexicana, el Ejecutivo y los jefes militares siguen arriesgando la seguridad del país...

Patricia Dávila
Proceso | 21-01-2012 | 23:05



Ciudad de México– Los detectores moleculares ADE651 y GT200, empleados por el Gobierno mexicano en la frontera con Estados Unidos y todo el territorio para localizar cargamentos de droga, armamento y explosivos en aire, mar y tierra, son aparatos “fraudulentos”, una “burla” a la inteligencia y un riesgo para la seguridad nacional.

Los aparatos usados en los puentes internacionales de fronteras como Ciudad Juárez, Chihuahua-El Paso, Texas; Tijuana, Baja California-San Diego, California; Laredo, Texas-Nuevo Laredo, Tamaulipas; Nogales, Sonora-Nogales, Arizona, entre otras, y en el interior de México en las centrales de autobuses, retenes carreteros y operativos antidrogas, por militares y agentes federales, en realidad no detectan nada.

Casi 2 mil de estos detectores moleculares fueron comprados en el 2007, al inicio de la administración de Felipe Calderón. El Ejército y la Marina anunciaron la adquisición de un instrumento capaz de detectar a varios kilómetros hasta un nanogramo –una milésima de millonésima de gramo– de prácticamente cualquier sustancia ilegal y de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas. En resumen, tenían un arma “mágica” contra el narco.

Por medio de la prensa, el Ejército ha atribuido cuantiosos decomisos de droga y armas al GT200 y al ADE651, y los ha empleado para justificar cientos de cateos.

De hecho, su uso ha provocado cerca de 500 quejas en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos e incluso algunos juicios penales contra la Secretaría de la Defensa Nacional.

Ahora el doctor Luis Mochán Backal, expresidente y actual investigador de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dice a Proceso que, después de muchas dificultades, sometió al GT200 a una prueba. Hoy está convencido de la inutilidad de los aparatos.

Relata: “Me enteré de estos detectores en marzo de 1999, en Atlanta, Estados Unidos, durante una charla en el Congreso de la Sociedad Americana de Física. Acudió Games Randy, famoso por denunciar la seudociencia. Él fundamentó la falsedad del Quadro Tracker, uno de los primeros detectores moleculares”.

El Quadro Tracker, adquirido por corporaciones estadounidenses como la Patrulla Fronteriza, era similar a una pistola de plástico con una antena giratoria. El aparato tenía ranuras para insertar tarjetas intercambiables, según lo que se quería detectar: drogas, armas y hasta criminales o inmigrantes ilegales. Los vendían en 2 mil dólares.

Cuando Randy hizo una prueba, cortó en pedazos el artilugio y vio que adentro no había nada: ni fuente de poder ni componentes electrónicos. Era un pedazo de plástico.

Los fabricantes pregonaban que las tarjetas contenían la “esencia” de la “sustancia” por detectar capturada en cristales de carbón. Esta terminología ocultaba un procedimiento inverosímil: para buscar mariguana, fotografiaban una planta y luego la fotocopiaban para carbonizarla y laminarla en forma de tarjeta. De igual forma, carbonizaron la foto de un indocumentado mexicano para detectar migrantes...

Cuando Randy evidenció el engaño, los fabricantes argumentaron que él no tenía capacidad científica para juzgar el funcionamiento del aparato. A fin de comprobar si funcionaba, Randy hizo una prueba “doble ciego”: una persona oculta una sustancia por detectar sin que nadie más sepa dónde se halla. El operador del Quadro Tracker jamás encontró la sustancia.

Pese a ello, el investigador no captó el interés de las agencias gubernamentales de Estados Unidos hasta que un exagente del FBI compró una franquicia y empezó a vender Quadro Tracker. Esto irritó al FBI, que mandó el aparato a un laboratorio del Departamento de Energía para someterlo a pruebas. Al comprobar que no funcionaba, prohibieron usarlo y venderlo.

No obstante, poco tiempo después se empezó a producir en Inglaterra, con el nombre de Molle. Hasta ahora existen más de 10 generaciones de detectores y cada vez que se denuncia el fraude sale a la venta uno de distinto nombre. Prosigue el doctor Mochán:

“De pronto, 11 años después, en marzo de 2010, por e-mail recibí una revista de ciencias que edita un expresidente de la Sociedad Americana de Física. Traía la noticia de que México había comprado 500 aparatos ADE651 y GT200 a 20 mil dólares cada uno. Le di seguimiento y resultó que la compañía que los vendió es la Global Technical (GT), que los distribuye en México a través de la empresa Segtec”.

Se enteró de que el gobierno de Irak usaba estos aparatos para detectar explosivos, pero frecuentemente explotaban carros-bomba que mataban a mucha gente, incluidos soldados ingleses. La BBC de Londres hizo una investigación y denunció que los detectores eran fraudulentos. El gobierno Inglés prohibió su exportación a Irak y Afganistán para proteger a sus tropas. También avisó del engaño a otros gobiernos que los compraron, entre ellos al de México.

“El gobierno mexicano no sólo ignoró la alerta, sino que los siguió comprando. Los datos oficiales que tengo apuntan a cerca de mil detectores, por los que pagaron 360 millones de pesos”, señala Mochán.

Pagaron sin ver

En 2009 Andrés Tonini, escritor de ciencia ficción, solicitó a través del Ifai información acerca de las instituciones que adquirieron detectores moleculares ADE651 y GT200, de Global Technical. La respuesta es preocupante:

En 2008, el 15 de julio, el ISSSTE adquirió uno por 379 mil 500 pesos; Pemex, en noviembre, compró ocho para el Complejo Procesador de Gas (CPG) Nuevo Pemex, CPG Área Coatzacoalcos, CPG Reynosa y CPG Arenque, adscritos a la Subdirección de Producción; cada uno le costó 425 mil 154.28 pesos. En diciembre Pemex Petroquímica adquirió cinco, a 464 mil 756.40 pesos cada uno. La Subdirección de Seguridad Industrial y Protección Ambiental tiene 41 pero no dice su costo. Pemex Exploración y Producción informó que sus 35 GT200 le costaron entre 435 mil y 609 mil pesos por unidad.

En la respuesta a la solicitud 0000700057809, la Sedena señala que adquirió 521 equipos en 2007 y en 2008 a 286 mil 740 pesos la pieza. Ante la solicitud 0000700152310, informa de 742. En el mismo periodo, la Semar firmó contrato por 102 unidades pero no menciona el precio. De acuerdo con Pemex y la Semar, ésta se encargó de probar los equipos de ambas instituciones. En el Ejército y el ISSSTE no hubo pruebas.

También los adquirieron los gobiernos de Chihuahua, Colima, Distrito Federal, Tabasco, Guanajuato, Michoacán, Sinaloa, Oaxaca y Yucatán.

El doctor Mochán fue invitado a participar en juicios penales donde el aparato fue usado por la Sedena como evidencia, por lo que obtuvo la información que usan los operadores.

“La teoría de funcionamiento del aparato que la Sedena manifiesta en el juicio es falsa. Por ejemplo, afirma que esto es capaz de detectar hasta un nanogramo –la milésima de millonésima de gramo– de una lista enorme de sustancias porque es programable gracias a unas tarjetas intercambiables, una para cada sustancia a detectar a una distancia de 5 kilómetros en aire. De acuerdo al instructivo, lo detecta a partir del campo paramagnético y del campo diamagnético que generan las sustancias.

“Lo que hice fue calcular el campo magnético generado por un kilogramo de un material ferromagnético a 10 metros y encontré que es miles de veces más pequeño que el campo magnético de la Tierra. Por lo tanto, detectar un kilogramo del imán más poderoso que se le pueda ocurrir sería muy difícil a 10 metros, cuando el detector molecular pretende detectar nanogramos a miles de metros. La señal sería como 10 a la 20 veces (1 seguido de 20 ceros) menor que lo que produciría el material ferromagnético a 10 metros. No detecta nada”.

En el instructivo se especifica que si el operador está cansado o agitado no debe usar el “detector”: “¡Si buscan a un criminal no sé cómo le hacen, porque seguramente el corazón se le acelera Si están tomando medicamentos tampoco debe usarlo porque los medicamentos pueden enlazarse ‘energéticamente’ con la antena y provocar que señale para donde no debe”.

Según los fabricantes, el aparato no usa fuente de energía pero no la necesita porque se carga con “la energía electrostática del cuerpo humano”. Pero, aclara Mochán, “el cuerpo humano es un conductor y en un conductor no puede haber campo electrostático. Los fabricantes inventan términos”.

La preocupación de la AMC llevó a su presidente, el doctor Arturo Menchaca, a enviar una carta al titular de la Sedena, Guillermo Galván Galván, el 4 de abril de 2011. Le informó que los detectores no funcionan y le ofreció la colaboración de la AMC para someterlos a una prueba de “doble ciego”. El 30 de junio, el general de brigada del Estado Mayor Edgar Luis Villegas Meléndez respondió que el GT200 funciona de maravilla. “No es posible acceder a su solicitud –agregó el militar– debido a las obligaciones jurídicas del contrato de adquisición con la empresa, que prohíbe cualquier tipo de pruebas”.

Esto sorprendió al investigador: “O sea que la seguridad nacional está supeditada a un contrato que jamás debió firmarse. He conversado con físicos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, contratados por la Sedena, y opinan que el aparato es un fraude, pero no les hacen caso”.

A la Semar se dirigió Alejandro Frank Hoeflich, director del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM. Habló con tres almirantes para que se realizara una prueba de los aparatos y no tuvo éxito, a pesar de que ofreció discreción.

Alto riesgo

“Si vemos el instructivo –continúa Mochán–, el aparato es genial porque se curan en salud cuando señalan que no debe hacerse ninguna consignación con este aparato, que se requiere evidencia adicional. Claro, porque el detector no es evidencia. En principio, según el instructivo, no debe de usarse si no va acompañado de un perro o de un compañero que haga la búsqueda. Y los éxitos son del operador y del perro.

“Estoy involucrado en juicios penales en los que, de acuerdo con la Sedena, el GT200 detectó sustancias prohibidas y municiones de uso exclusivo del Ejército en una vivienda. Por eso catearon el domicilio. En uno de los juicios, donde el perito es un colega, la juez ordenó a la Sedena que sometiera al GT200 a una prueba de ‘doble ciego’”.

La Sedena envió a dos soldados expertos en el uso del GT200 con uno de los aparatos y suficiente cantidad de sustancias que supuestamente puede localizar. La prueba se hizo el 21 de octubre de 2011 en la AMC. El GT200 no detectaba nada y los militares preguntaron si los vecinos estaban tomando medicamentos. Incluso hicieron sacar del salón de prueba la mesa del café, porque podía “falsear” la prueba al momento de buscar anfetaminas…

Mochán sonríe: “Me parece absurdo, pero no puedo decir el resultado de la prueba hasta que la juez dictamine, ya que puedo perjudicar a la defensa”.

—La prueba confirmó su teoría sobre la falsedad del detector, de lo contrario no daría la entrevista, comenta la reportera.

Dice sonriendo: “Sólo en la CNDH hay cerca de 500 juicios involucrados con este aparato. En la recomendación general 19, emitida el 5 de agosto de 2011, la comisión señala que ‘el GT200 ha sido empleado en numerosas ocasiones por el personal de las fuerzas armadas como medio que cuadyuva en sus investigaciones y operativos en la lucha contra la delincuencia organizada’. Menciona que el gobierno de la Gran Bretaña prohibió la exportación del ADE 651, para proteger a sus soldados”.

En opinión del doctor en Física, la CNDH exhorta a que no se use un GT200 porque es violatorio de los derechos humanos, porque desde el exterior de la casa de una persona se busca percibir las sustancias que uno guarda adentro. Están “husmeando” sin tener una orden judicial. “Pero entonces le están confiriendo validez al aparato, cuando, reitero, no sirve para nada”.

Sin embargo, aclara Mochán, sí puede hacer daño: “Es un instrumento empleado para justificar los allanamientos. Argumentan flagrancia sólo porque la antenita lo apuntó. Esto es muy grave porque el GT200 y el ADE651 no son evidencia de nada porque no funcionan, y cuando la antena le apunta a una persona le pueden destrozar la vida, lo vuelven sospechoso de cualquier crimen que le quieran inventar”.

En octubre pasado Mochán fue invitado por la Comisión de Ciencia del Senado de la República a exponer sus hallazgos sobre el GT200. Además de sus colegas Arturo Menchaca y Alejandro Frank Hoeflich, asistió Francisco José Sánchez-Sesma, geofísico que dirigió el Instituto de Ingeniería de la UNAM y es miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República.

Estuvieron presentes los senadores Francisco Javier Castrellón, Carlos Sotelo y Yeidckol Polevnsky, quienes el 13 de septiembre propusieron un punto de acuerdo: exhortar al presidente para que solicitara a la comunidad científica una evaluación de la eficacia de estos aparatos. El punto de acuerdo iba a pasar al día siguiente al pleno para que se aprobara, pero hasta la fecha sigue en espera.

“Me preocupa –explica el especialista– porque estamos viviendo el surgimiento del terrorismo, bombas que aparecen por varios lados. A un investigador le pusieron una bomba por estudiar nanotecnología. Después otro paquete sospechoso apareció en el Cinvestav de Irapuato, llegó el Ejército con este aparatito, checaron el paquete y determinaron que era una bomba, pero resultó que era un regalo”. Luego sonríe al mostrar fotos de soldados que intentan rastrear con un GT200 al panista Diego Fernández de Cevallos, entonces secuestrado. Plantea:

“¡Imagínese que el aparato diga que no es una bomba cuando sí lo es Esto pone en peligro a mucha gente. Pemex lo está usando para proteger sus instalaciones. Si alguien pretende sabotear a Pemex introduciendo un cargamento de explosivos y lo dejan pasar porque el aparatito no lo detectó, se pone en riesgo la infraestructura del país, la integridad y la vida de nuestras fuerzas armadas”.

—El gobierno cuenta con un aparato de inteligencia y de seguridad nacional. ¿Estaba obligado a saber que el aparato es un fraude?

—Es grave. Es una cuestión de seguridad nacional, y si el criterio con el que se adquirió el detector es el mismo con el que se hace inteligencia y se combate al crimen organizado, las perspectivas que tenemos no son nada halagüeñas. Fue un error comprarlo. Pudo ser mala voluntad o ignorancia. Si grandes instituciones como el Ejército y la Marina no se dieron cuenta del fraude, es que estamos pagando un costo muy alto por no tener ciencia.

—Se combate al narcotráfico con instrumentos de juguete?

—Sí. El GT200 y el ADE 651 son juguetes. Sé que 25 países los compraron; tenemos el honor de ser de los que más hemos adquirido y los únicos que los seguimos usando.

Resume el doctor Arturo Menchaca, presidente de la AMC: “Como personal científico calificado, es nuestra responsabilidad informar sobre el posible peligro que corre el personal de la Sedena que lo opera, así como todo aquel que depende del GT200 para su seguridad personal”.

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P.D. 25 de enero de 2012. Subieron a Slideshare la revista:


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