Si bien al personal de la CRM no se le enseña a ser bombero, en el Cencad hay una plantilla de instructores calificados para ello puesto que parte de sus funciones es brindar capacitación a las brigadas de seguridad que así lo requieran.
En este caso, como se trataba de una suerte de espectáculo, se invitó a la prensa para que fuera testigo de las operaciones. Lo malo es que al parecer, no todo salió como se tenía planeado. De acuerdo a un correo electrónico del servicio de noticias de Reforma con una nota de Daniela Rea y que ha circulado en varias listas de correo, los errores estuvieron a la orden del día. Mire usted:
Toluca, México (10 junio 2009).- Toma 1. Irene Quevedo, en el papel de ciudadana que acude a socorrer a una familia en un incendio, corre al lugar de los hechos, empuja la puerta de la casa, esquiva las llamaradas provocadas por chorros de gasolina, entra con el extintor en mano y cuando le apachurra, nada sale por ahí. Está vacío.
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Toma 2. Con el extintor recargado en mano, Irene, en su papel, se acerca de nuevo a la casa en llamas –construida especialmente para ser incendiada y practicar en ella- toca la puerta como le enseñaron para detectar la temperatura y si es posible abrirla, pero ésta ya estaba a 800 grados centígrados y le provoca una quemadura de segundo grado en la palma.
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Ya no hay llamaradas [para apagar con el extintor], el chorro de gasolina [para el simulacro] se quemó en la primera toma así que los compañeros van por más para que la imagen en TV tenga éxito.
Mientras, otras estudiantes de la Cruz Roja esperan adentro de la casa a ser rescatadas con sus bebés de plástico. No hay riesgo de que se incendie de verdad, pero el humo es insoportable y hace llorar los ojos.
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También apagan un edificio de unos 20 metros – construido para las prácticas- y rescatan a los estudiantes encerrados en el segundo piso. Dos bomberos recorren por última vez el lugar del siniestro para sofocar el fuego provocado intencionalmente con paja y gasolina.
Luego vienen las entrevistas, y más fotos y tomas para la TV y los diarios. Los actores-estudiantes descansan, se relajan, la prensa comienza a agarrar camino de regreso cuando uno de los trabajadores de la Cruz Roja alcanza a avisar que el fuego del edificio, ese provocado con paja y gasolina, no fue apagado del todo. Error fatal si éste fuera un incendio real.
Como no es posible leer la nota original en Reforma.com puesto que se trata de un servicio de paga, si quiere, pase por aquí para hacerlo.
Todo esto no hace sino recordarme lo que durante una visita al helipuerto de los Cóndores de la policía capitalina, un compañero de la Cruz Roja Mexicana comentó —palabras más, palabras menos— sobre la calidad de los servicios de emergencia de la ciudad: "si la gente supiera la cantidad de pendejadas que se cometén día tras día, ya nos habrían mandado a todos a la chingada". Cabe aclarar que se refería a los servicios de urgencias en general, no vaya usted a pensar que sólo de los que brinda la CRM.
Por poner un ejemplo más o menos relacionado, recuerdo la anécdota de un amigo de protección civil que cuenta que en cierta ocasión estando de guardia, se acercó a ellos una persona para decirles que en la esquina se estaba incendiando un auto. Mientras que todos sus compañeros se avalanzaron a tomar extintores y corrieron para apagar el fuego, mi amigo se tomó el tiempo para buscar uno con carga. Una vez que lo encontró, con relativa calma se dirigió al auto, pensando que seguramente el fuego ya estaría controlado pero para su sorpresa, todos los extintores que sus compañeros habían llevado estaban vacíos, de modo tal que fue él único que pudo apagar el fuego, que afortunadamente no era todavía de consideración.
Volviendo a este caso, personalmente lo lamento no sólo por los compañero quemados, y no me refiero sólo a la que se quemó su mano, sino a todos los participantes que debido a una mala planificación quedaron en ridículo ante la prensa. Hay que hacer notar también que aunque en estos casos el ego herido es lo menos importante; las fallas en la organización y posterior ejecución de esta exhibición ponen en evidencia que la seguridad del personal no era la óptima.
Y eso, cuando hablamos de esta línea de trabajo, es inaceptable.
Mención aparte merecen las compañeras que la hacían de víctimas atrapadas dentro de la casa de humo. Me solidarizó de todo pulmón con ellas. A mí, hace ya varios años, como parte del curso propedéutico para ingresar a la CRM, nos tocó ir al Cencad y una de las prácticas consistió en meterse ahí dentro y sufrir en carne propia la angustia de estar encerrado en esa situación. A pesar de saber que uno estaba seguro, que había instructores dentro vigilando a los alumnos y que en el último de los casos se podría abortar la práctica —cosa que de hecho, creo que a alguien le pasó— la sensación ahogo y la ceguera provocada por el humo es algo espantoso.
Ahora que lo pienso, si las autoridades encargadas de autorizar los permisos de seguridad pasaran por este tipo de experiencias, quizá la pensarían mejor antes de firmar nada...
A.T.
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(Foto: OchoColumnas.com.mx)
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